La abogada panameña, que llegó a Washington en 2016 después de ocupar altos cargos en su carrera como jueza y vicepresidenta de la Corte Suprema de Justicia de Panamá, dijo en entrevista con la Voz de América que la estancia de ocho años en la Comisión completan ese ciclo de “compromiso con la defensa de derechos”, para grupos y minorías.
En Washington, Arosemana de Troitiño también ha ocupado la presidencia de la CIDH y la vicepresidencia que ocupa en la actualidad, tiempos en los que no han faltado turbulentos procesos sociales en Latinoamérica en los que han tenido que desplazarse en persona o con equipos para verificar situaciones sobre el terreno.
Protestas sociales en Perú, Colombia, Ecuador, Chile, Venezuela, Haití, Guatemala, y sobre todo Nicaragua –ahonda- dejan lecciones a la CIDH, mismas que los nuevos cuatro miembros que arribarán desde el 1 de enero deberán capitalizar. Además tendrán otros temas emergentes y de permanente vigilancia en la región.
VOA: Llegó a Washington cuando en la CIDH no había mujeres, y en los últimos años han conformado mayoría ¿Qué reflexión le merece ese punto?
Arosemena: Entramos en el 2016 dos comisionadas [Arosemana y Margarette May Macaulay], había cinco hombres. Ahí tuvimos la oportunidad de mirar cuál es la línea de desarrollo que la CIDH debe tener en esta perspectiva del género. Luego avanzamos a tener otra composición, donde llegamos a tener cinco mujeres y dos hombres; eso indica que ha habido una madurez en hacer propios todos estos principios y estándares que como miembros de un sistema de derechos humanos interamericano proponemos a los Estados.