El dirigente del transporte Rigoberto Galo, destacó un preocupante déficit de 300 conductores de buses en la capital de Honduras, Tegucigalpa y Comayagüela.
Esta escasez contrasta con la existencia de más de dos millones de personas desempleadas en el país, una ironía que subraya la complejidad de la situación laboral y económica en el sector del transporte público.
En una entrevista al medio de comunicación Radio América, Galo mencionó varios desafíos que enfrentan los conductores y propietarios de autobuses.
Estos incluyen deudas con instituciones financieras y proveedores, problemas con el suministro eléctrico, dificultades con los talleres mecánicos y retrasos de hasta cinco meses en el pago de salarios.
Además, señaló que el sector sufre de extorsión, altos costos de repuestos debido a la falta de regulación en los vendedores, multas de la Alcaldía, autoridades de Tránsito y el Instituto del Transporte.
También mencionó la inseguridad, que disuade a los empleados potenciales de unirse al sector por temor a la violencia.
Galo destacó que, a menudo, los conductores no son contratados por los propietarios de autobuses, sino por delincuentes que permiten que trabajen.
Esta situación dificulta que personas sin experiencia en el transporte deseen ingresar al sector, ya que podrían enfrentar amenazas y violencia desde el principio.
Asímismo Galo mencionó la paralización de varias rutas en Tegucigalpa, como Villa Vieja – Mercado, Cerro Grande – Villanueva, y buses de Río Abajo, debido al impacto del llamado «mal impuesto de guerra».
En la región norte del país también se han cerrado terminales de autobuses debido a las extorsiones insoportables.