El “Quesungual” erradicó los incendios forestales y salvó de la hambruna a los pueblos del sur de Lempira

CANDELARIA, Lempira. Este refugio verde tiene secretos históticos bien guardados. En 1872, el presidente Céleo Arias, autor del libro “Mis ideas”, que dos décadas después sirvió de base para dar vida al Partido Liberal, inauguró su fugaz gobierno. En estos tiempos más reciente, la parroquia estuvo a cargo del padre Munguía, recordado porque un día desapareció y con el tiempo regresó al pueblo a presentar, ante el asombro de los parroquianos, a sus dos hijos y anunciar que la curia romana lo había aceptado de nuevo. Pero el secreto mejor guardado de Candelaria es el “Quesungual”, una práctica agrícola que erradicó los incendios forestales y salvó de la hambruna a miles de pobladores de la zona.

El profesor José María Bonilla, uno de sus principales promotores, lo llama Sistema Agroferestal Quesungual (SAQ) porque dice que incluye infraestructura agrícola, manejo de árboles y fertilizantes naturales, prácticas de siembra y cosecha, hábitos de consumo entre la población y hasta cambios del pénsum en las escuelas y colegios locales, pero todo se reduce a un solo punto: Cero quemas para la siembra. Ha sido tan exitoso que tiene el reconocimiento de instituciones internacionales como la FAO y se replica, poco a poco, en muchos pueblos del país, tomando como base no quemar en el inicio del ciclo de siembra y se usa la biomasa generada durrante la limpiea de los campos como cobertura del suelo.

Como resultado, las mejores consechas tienen mejores rendimientos, se han recuperado las fuentes de agua y la calidad de vida en general ha mejorado en los municipios del sur de Lempira. En 2005, el instituto José María Medina de Candelaria ganó el Premio Nacional de Seguridad Alimentaria, otorgado por la Alianza Contra el Hambre (ANCHA), gracias al ejercicio de sus alumnos en conservación ambiental y en el “Quesungual” a la mayor referencia.

El profesor José María Bonilla explicó cómo nació el “Quesungual” y sus bondades para los pobladores del sur de Lempira.

Esta práctica, ha blindado, además, la cordillera del Congolón, que determina la vida de la gente en esta región con su rica biodiversidad, principalmente yacimientos de agua. En el río Lempa, que sirve de línea fronteriza entre Honduras y El Salvador, es otro de los beneficiarios directos ya que muchos de sus afluentes nacen precisamente en estos pueblos a los que les toca conservarlos de forma gratuita para sus vecinos del otro lado de la frontera, quienes lo explotan a placer como fuente de energía y riego, principalmente.

HISTÓRICO PLEBISCITO

Todo comenzó, recuerda el profesor “Chepe” Bonilla, como lo conocen en el pueblo,  hace ya 30 años cuando Candelaria y los alrededores del Congolón ardía por tantas quemas. Era la práctica habitual (y sigue siendo en todo el país) de los productores en el inicio del ciclo de cosecha. Entre los campesinos se tenía la idea que a mayor quema, mejores cosechas, pero de tanto quemar el suelo y erosionar las laderas casi los mata una hambruna. Fue así como buscaron la manera de revertir las prácticas de cultivo. Dejaron de descombrar y quemar, pero siguieron sembrando hasta debajo de los árboles. Como resultado, se regeneró el bosque, el suelo, las fuentes de agua y los cultivos aumentaron su rendimiento.

El alcalde La Virtud, Arnulfo Rodríguez, muestra las actas de votación del día que el pueblo decidió, mediante plebiscito, erradicar las quemas agrícolas.

Los alcaldes que lideraron esta experiencia a partir de 1998 fueron Manuel de Jesús Bonilla, Candelaria; René Antonio Gómez, Piraera; Manuel Alberto, Gualcince; Mariano Aguirre, La Virtud; Aura Josefina Escalante, Mapulaca y Marta Iris García de Virginia. En La Virtud, el pueblo se fue a un plebiscito por la quema y no quema. Su alcalde actual, Arnulfo Rodríguez, quien lleva cinco períodos en el cargo, muestra las copias del acta del escrutinio en el que la cero quema obtuvo más de mil sufragios contra 197.

Hoy en día, cada productor de esta región cuenta su propia experiencia como es el caso de Francisco Henríquez, quien visiblemente emocionado mostró su finca a base del “Quesungual” después de ser un terreno por el que nadie le daba un cinco. Recordó que había una fuente de agua que nacía cerca de un árbol grande que su padre cortó en su afán de siembra. Inmediatamente, la fuente se secó. Tardó muchos años en recuperar la tierra, pero lo logró. Por estos días, le llegó otra buena noticia: Una de las telefónicas privadas halló la señal perfecta en su finca por lo que le pagará mil dólares mensuales por colocar la antena. Esto no tiene nada que ver con el “Quesungual”, pero son las bondades naturales de la sierra madre del Congolón.

Texto y Fotos: Eris Gallegos

Francisco Henríquez en su finca, ahora, de gran valor, gracias a la cero quemas.
La práctica de “Cero quema” beneficia también al río Lempa, cuyos afluentes principales nacen en Honduras.
Un típico cultivo a base “Quesungual”, que elimina la quema de los suelos en el inicio de siembras.
Hasta antes de 1998, esta era la práctica habitual de los campesinos para preparar los suelos.

Carlos García

Editor

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