El covid-19 dejó en evidencia las discriminaciones hacia las personas mayores, que durante la pandemia estuvieron encerradas en residencias y excluidas de los dispositivos digitales, según un estudio de una red de universidades.
De Canadá a China, pasando por Europa o África subsahariana, la crisis sanitaria «ha servido de indicador» de las formas de discriminación que ya existían, según el sociólogo búlgaro Radoslav Gruev, uno de los coordinadores de este trabajo de investigación comparativa entre varias universidades dentro del proyecto RIDPA (Investigación internacional sobre los derechos de las personas mayores en situación de pandemia), del que forman parte las chilenas Rosita Kornfeld y Camila Quinteros.
Estas situaciones se han observado tanto en las economías con una población en proceso de envejecimiento como en países en pleno crecimiento demográfico.
En la mayoría de casos, tenían «buenas intenciones, proteger a los mayores», admite Gruev.
En Chile, la cuarentena obligatoria fue impuesta a las personas de más de 80 años, una visión sesgada por «la edad y discriminatoria». En Grecia, el acceso a la sanidad se vio «empañada por la selección de pacientes en función de la edad». En Quebec, las autoridades «infantilizaron» a las personas mayores y en Bulgaria, tenían horarios diferentes del resto de la población para ir a comprar.
En casi todas partes, los residentes en centros de mayores quedaron privados de todo contacto con sus familiares. Y pocos pudieron utilizar las herramientas digitales, que apenas conocían.
Estas son algunas de las conclusiones a las que llegaron los 44 sociólogos, politólogos y gerontólogos de 18 países.
Incluso en las sociedades de África subsahariana, consideradas especialmente respetuosas con los ancianos, las personas mayores quedaron marginalizadas durante la pandemia, destaca Georges Rouamba, antropólogo de la Universidad de Uagadugú.