Tras dos décadas de una retórica considerada populista y de afinidades con países de gobiernos socialistas, el candidato oficialista, Sergio Massa, da señales de nuevos tiempos en el peronismo: ofrece respuestas de corte ortodoxo a las urgencias económicas del país y muestra un alineamiento internacional con Estados Unidos.
Muchos creen que Massa, un abogado de 51 años con una extensa red de contactos empresariales, sindicales y diplomáticos, podría ser el nuevo líder del peronismo, al que intenta «limpiar» de la mala imagen que tiene entre los argentinos hastiados de escándalos de corrupción y de una alta intervención estatal en la economía.
«Si Massa gana, va a construir un liderazgo distinto. Va a haber opiniones distintas, pero se va a mantener la unidad de la coalición», señaló a Reuters el canciller argentino, Santiago Cafiero.
Con una inflación cercana al 140 % anual y una pobreza del 40 %, Massa, que es también el actual ministro de Economía, cuenta con armas endebles para la batalla electoral del 19 de noviembre contra su oponente ultraliberal, Javier Milei.
Sin embargo, su carácter moderado y conciliador logró aunar a las distintas facciones de la coalición Unión por la Patria, dominada por el peronismo, detrás de su candidatura, que conserva tantas probabilidades de ganar la presidencia como su rival, pese a la crisis, según los sondeos.