Quito, Ecuador – Desde sus celdas, personas privadas de la libertad denuncian haber sido violentadas por las Fuerzas Militares que ingresaron a las cárceles tras la declaratoria de ‘conflicto armado interno’ por el Gobierno de Ecuador. Decenas de familias exigen información sobre el estado de los reclusos ante los reportes de falta de acceso a salud, alimentación, muertes y violencia en el interior de los penales. France 24 contactó a varias fuentes y recibió información de al menos ocho muertes en diferentes prisiones desde el 9 de enero. Sin actualización y confirmación oficial, las familias y presos temen que el número de fallecidos pueda ser mayor.
“Me patearon la cabeza, me cortaron la ceja, me pisaron y me dieron contra el piso”, dice Johys*, una mujer trans de 25 años, encarcelada en el pabellón de hombres de una prisión costera de Ecuador, en un audio que envió desde su celda el 21 de enero de 2024.
Con la voz grave y baja, para evitar ser escuchada por algún compañero, cuenta que, al comenzar la incursión militar en aquella cárcel, decidió vestirse con una camisa y un pantalón de hombre por el temor que sentía de que la golpearan de nuevo.
Quería, de alguna manera, mimetizarse. Pero, cuando un grupo de militares la vio, relata Johys, la obligaron a quitarse la camisa. “Como yo tengo senos, por las hormonas, me quitaron el brasier y me hicieron acostar. Uno de ellos me cogió del cabello y me dijo: ‘¿Qué quieres aparentar?’ Me quedé en shock, no pude decir nada”, relata.
Asustada, intentó cumplir con las órdenes de los militares.
Me levantaron y me dejaron en calzón. Me dieron látigo y me cortaron el cabello”, cuenta Johys.
En las imágenes que logró enviar para denunciar la agresión, se ven moretones en sus piernas, brazos, ceja y labio superior.
Una vez que le cortaron su cabello largo —ahora lleva una melena corta—, Johys pensó que los golpes terminarían. “Pero me dijeron: ‘¿Hay otra marica aquí?’. Y yo tenía una amiguita que también se había disfrazado. A ambas nos hicieron golpearnos la una a la otra. Y nos tocó darnos unas cachetadas muy fuertes, porque si no nos pegábamos era peor”, recuerda Johys, que cumple una pena de seis años de prisión.
El caso de Johys fue denunciado por Odalys Cayambe, directora de la Casa de Acogida Trans y la Fundación Vivir Libres, que funciona en Guayaquil, una ciudad costera de puertos marítimos que intenta resistir a la violencia.
La Fundación Vivir Libre ha recibido alertas sobre posibles agresiones, desapariciones y muertes de sus compañeras trans al interior de las cárceles ecuatorianas que permanecen bajo control militar a partir del estado de excepción y declaración de Conflicto Armado Interno.
Odalys Cayambe conoce bien el sistema carcelario: estuvo presa cinco años. Desde ese momento, se ha dedicado a acompañar y ofrecer protección a la población trans que no tiene atención gubernamental ni en las cárceles ni en las calles.
No es un secreto que las organizaciones narcocriminales han tomado el control de varias prisiones de Ecuador. Dice Odalys que, debido a la violencia de las mafias, era necesaria una intervención porque te “extorsionan, te golpean, te violentan y es mucho peor cuando eres trans, porque las compañeras en las cárceles son totalmente olvidadas”, lamenta.
Pero, ahora, cuestiona Cayambe, a la violencia de la mafia —que, según la lideresa trans, no terminará con el estado de excepción ni la declaratoria de ‘conflicto armado interno’— se suma “la violencia militar” ejercida sobre una población vulnerable.
“Las autoridades dicen que somos un grupo prioritario, pero las compañeras trans son obligadas a decir que no tienen derechos. Son golpeadas, mutiladas y torturadas. También se les ha impedido nombrarse como parte de la diversidad. Y, sin embargo, ninguna institución dice algo”, increpa.
Johys no es la única persona que asegura haber sido agredida durante las incursiones militares. Hay fotografías y denuncias de madres y hermanas que han recibido videos y fotografías de sus familiares presos golpeados. En las imágenes conocidas por este medio se observan extremidades con contusiones profundas, rostros con hematomas, cortes en la espalda y heridas veteadas.