Mientras los bombardeos israelíes siguen aumentando las cifras de muertos y heridos en la Franja de Gaza, la situación para los que siguen en pie empeora día con día. Desde el ataque de Hamás en Israel del pasado 7 de octubre, los más de dos millones de gazatíes se han enfrentado a la falta de agua, alimentos, comida, electricidad y combustible que el bloqueo impuesto por Tel Aviv ha provocado. A pesar de los numerosos llamados de Naciones Unidas por permitir el acceso a la ayuda humanitaria para los civiles, Israel se muestra renuente y el pueblo palestino sufre las consecuencias.
En 2022, 60% de la población civil en Gaza dependía de la ayuda humanitaria, según la ONU. Hoy, ese porcentaje se ha convertido en un lejano recuerdo.
Aunque Egipto anunció que, después de esfuerzos diplomáticos acompañados por la presión estadounidense, los primeros 20 camiones con ayuda humanitaria podrían entrar al enclave palestino por la frontera egipcia tan pronto como el próximo 20 de octubre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) menciona que este suministro representa «una gota en un océano de necesidad».
«Es una gota en el océano de necesidades que hay ahora mismo en Gaza… no deberían ser 20 camiones. Deberían ser 2.000 camiones. Y no deberíamos tener que tomar estas decisiones», declaró el doctor Michael Ryan, Jefe de emergencias de la OMS, añadiendo que esperan que los insumos médicos entregados por la organización lleguen a los hospitales gazatíes lo más pronto posible.
Aunado al hambre y la sed que padece el pueblo palestino en Gaza, los civiles tienen que afrontar día con día los bombardeos israelíes, que han dejado más de 3.000 muertos, de acuerdo con los informes de autoridades sanitarias locales, y el 25% de los hogares palestinos han quedado reducidos a cenizas, según datos de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.