GINEBRA (EFE). Unas 1,275 personas murieron o desaparecieron el año pasado en las rutas migratorias irregulares de América, la mayoría de las cuales conectan directamente o por etapas países de Sudamérica, Centroamérica y el Caribe con Estados Unidos, según la base de datos actualizada de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
La mitad de esas pérdidas humanas (636) se registraron en la frontera entre Estados Unidos y México, donde los migrantes de distintos países suelen utilizar hasta seis corredores informales para intentar cruzar al primer país.
La segunda ruta más letal en América fue la trazada entre el Caribe y Estados Unidos por vía marítima (111 decesos) y la tercera la que atraviesa el Parque Nacional del Darién, en Panamá (48).
En los cruces de República Dominicana hacia Puerto Rico se contabilizaron 41 muertes y 4 de Haití a República Dominicana.
SERÍAN MUCHOS MÁS
No obstante, tanto en América como en el resto de rutas migratorias del mundo, la OIM estima que las cifras reales de víctimas son más altas por las dificultades en la recopilación de datos, en particular en áreas remotas.
Las causas más comunes de muertes de migrantes fueron el ahogamiento (454), los accidentes de tráfico (292) y condiciones de supervivencia extremas por la falta de alimentos, agua o de un refugio adecuado (177).
Desde su creación, hace diez años, el “Proyecto Migrantes Desaparecidos” ha registrado un acumulado de 63,000 muertes y desapariciones en todas las regiones del mundo.
De todas las rutas migratorias, la del Mediterráneo fue un año más la ruta más mortífera para los migrantes el año pasado, con al menos 3,129 muertos y desaparecidos, el mayor número registrado desde 2017.
DATOS
A nivel mundial, 8,565 personas murieron o desaparecieron en las rutas migratorias en 2023, una cifra 20 por ciento más alta que en 2022 y que ha superado al récord anual anterior observado en 2016.