Un Ramadán roto y sin esperanza en Gaza

Los habitantes de Gaza se resignan a sufrir un Ramadán roto, sin celebraciones para romper el ayuno, sin comida en las mesas, sin reuniones familiares o de amigos; mientras recuerdan los tiempos que el Ejército israelí les ha robado y ponen su destino en manos de Dios, conscientes de que el hombre los ha abandonado.
“Desde el primer día de Ramadán veías a la gente en las calles como si fuera un día de fiesta. Había visitas todos los días, reuniones en casa de tus vecinos y conocidos. Las visitas en Ramadán son una de las mejores tradiciones”, recuerda Ali Ahmad Asfur en un entorno desolador de tiendas de campaña de plástico, en uno de los decenas de campamentos en los que se hacinan 1,4 millones de desplazados en Rafah.
Remontándose a una Gaza que ya no existe, Asfur, de 50 años, asegura con añoranza, que la Franja era el único lugar del mundo según él donde la gente “sentía el Ramadán” y lo celebraba todo el mes, con una mezcla de recogimiento y celebración, con las casas decoradas para la ocasión y se compraba ropa nueva.
“Preparábamos comida especial para el ‘suhur’ (última comida antes del ayuno diurno) y el ‘iftar’ (comida que rompe el ayuno tras la puesta del sol), la mesa estaba llena de dulces y ‘kanafe’”, cuenta con una media sonrisa Mohamed Barakat, otro desplazado que huyó de Jan Yunis tras el estallido de la guerra el 7 de octubre.

Carlos García

Editor

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