En el interior del Templo de la Misión, del S. XIX, murieron tiroteados los dos sacerdotes jesuitas, Javier Campos Morales, con 78 años, y Joaquín Mora, de 80. Ambos ejercían misiones en Cerocahui, en la Sierra de Taraumara del estado de Chihuahua, al noroeste de México .
“Acogieron a una persona señalada por el narco y acabaron metidos en la bronca”, según la Fiscalía estatal, también falleció Pedro Palma al que los dos curas otorgaron generosamente cobijo pese a ser conocedores a lo que se exponían: una muerte segura.
Parece ser que los padres jesuitas asesinados se acercaron cuando comenzaron a escuchar las balas, mientras Palma accedía al templo en busca de un resguardo desesperado. Uno de los padres jesuitas le auxilió entretanto el otro intentaba calmar al sicario que a sangre fría acabó disparando a estos dos hombres de paz.
Además, se llevaron los cuerpos y no los pueden dar cristiana sepultura cuentan desde los responsos celebrados en la comunidad jesuita. Toño Gallardo de Morales, primo carnal del sacerdote Javier, describe a su familiar como un hombre excepcionalmente bueno del que asegura que habría profesado los famosos versículos 23 y 34 de San Lucas: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
El Papa Francisco lamenta el asesinato de sacerdotes jesuitas en Chihuahua
El pontifice aseguró, «la violencia no resuelve los problemas, sino que aumenta el sufrimiento innecesario”, tras expresar su dolor por el asesinato de los dos religiosos jesuitas.
«Expreso mi dolor y consternación por el asesinato en México, de dos religiosos, mis hermanos jesuitas, y un laico. Tantos asesinatos en México», dijo el pontífice al término de la audiencia general ante miles de fieles reunidos en la plaza de San pedro del Vaticano.