Era el 5 de abril de 2016. El subinspector de policía dejó su motocicleta cerca de su casa en la colonia Altos de Los Laureles, Tegucigalpa. Caminó por un callejón estrecho cuando la rutina se convirtió en pesadilla: dos hombres armados, entre ellos José Danilo Montoya, lo interceptaron y sin mediar palabra abrieron fuego.
El primer disparo lo alcanzó en el brazo izquierdo. El agente, pese al dolor, intentó repeler el ataque con su arma de reglamento y se abalanzó contra uno de los agresores.
Hubo un forcejeo, empujones, segundos eternos de vida o muerte.
Subinspector sobrevive a balacera en Altos de Los Laureles
Cuando parecía que podía escapar, Montoya volvió a jalar del gatillo. Una segunda bala impactó en la parte baja de la espalda del subinspector, que apenas pudo correr unos metros antes de desplomarse.
Vecinos de la zona, alertados por los gritos y las detonaciones, corrieron a auxiliarlo. Entre varios lo levantaron y lo trasladaron de emergencia al Hospital Militar, donde recibió la atención que le salvó la vida.
Condena por intento de homicidio contra un policía
El caso quedó en los archivos de la Fiscalía Especial de Delitos Contra la Vida (FEDCV). Ocho años más tarde, el tiempo alcanzó a Montoya.
Mediante un procedimiento abreviado, se declaró culpable de homicidio en su grado de ejecución de tentativa y robo agravado en perjuicio del subinspector.
La sentencia: 12 años con siete meses de prisión. Una condena que envía un mensaje claro sobre las consecuencias de atentar contra la vida de un agente de seguridad.
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Justicia en Honduras tras ataque a subinspector de policía
La herida física sanó con los años, pero las cicatrices del atentado acompañan al subinspector hasta hoy.
Su vida pudo terminar en aquel callejón, pero sobrevivió para ver a su agresor asumir la culpa y enfrentar la justicia.
El fallo cierra un ciclo de impunidad y recuerda que, aunque tarde, los hechos del pasado siempre terminan alcanzando a quienes intentan escapar de ellos.