FLORES, Honduras (EFE). Para el hondureño Néstor Mendoza, la vida es un laberinto en el que el ser humano tiene varios caminos, los equivocados y el correcto, y ese mensaje se lo transmite a los visitantes que llegan al Laberinto de Cipreses, en un complejo turístico que abrió en 2022 en el centro de Honduras.
“Es la réplica de la vida del ser humano, cuando usted entra al laberinto tiene varias opciones y decide qué opción tomar. Lo mismo el ser humano, en su vida tiene varios caminos: drogas, alcohol, prostitución, calle. Él también decide qué camino tomar”, dijo Mendoza a EFE en su Laberinto de Cipreses en la comunidad de Flores, departamento central de Comayagua.
Agregó que el proyecto lo inició el 1 de junio del 2019, con plantas de la especie ‘tubia dorada’, a las que les llevó tres años y medio alcanzar la edad adulta, cuidándolas de enfermedades y plagas.
A medida que el visitante avanza en el laberinto, va encontrando senderos que no tienen salida, lo que, para Mendoza, maestro de educación primaria y alcalde de Flores, “es una réplica de la vida del ser humano”, que a veces escoge caminos equivocados y “la única solución es salir y agarrar el correcto”.
Al finalizar con éxito el recorrido por el laberinto, el turista sale “con otro tipo de pensamiento”.
El ordenado laberinto lo forman 2,886 árboles sembrados en 7,000 metros cuadrados que rozan los tres metros de altura.
Mendoza indicó que se trata de “un proyecto familiar y una experiencia de vida, con un mensaje muy positivo, demostrando al turista que podemos convivir con la naturaleza” y que Honduras también puede tener laberintos como los famosos que existen en Australia, España, Francia, Italia o el Reino Unido, entre otros países.
El reto para el visitante del laberinto, es recorrerlo en unos 30 minutos, aunque algunos a veces dicen que lo hicieron en diez o quince, pero rompiendo las reglas, cruzando los árboles a la mitad del camino, a veces estropeándolos, expresó su propietario.
Todo el complejo turístico tiene áreas para el descanso, pesca deportiva y, a falta de piscinas, un río artificial al que Mendoza le ha puesto el nombre de Río Jordán.
RECORRIDOS ENTRE EL JÚBILO Y EL LLANTO
Algunos turistas ingresan al laberinto muy animados, pero a los pocos metros se desesperan y rompen las reglas, mientras que otros lo hacen con mucha paciencia y concentrados en la idea de superar el reto de llegar a la salida expresando: “lo logré”.
No faltan los que lloran al no encontrar los senderos que llevan a la meta y los que les dicen a los guías del parque que, si en media hora no lo han logrado, vayan por ellos a buscarlos.
“También hay turistas que dicen yo no me meto ahí a caminar como loco, o qué hago si me pierdo y no puedo salir”, relató Mendoza.
Agregó que el 98% de los turistas “se van satisfechos, con otro pensamiento y una idea clara de cuál es el mensaje que tienen que llevar” a otros que quieran conocer el Laberinto de Cipreses, donde también pueden descansar en hamacas, entre otros espacios del complejo, que además dispone de un restaurante y frescas cabañas que llevan nombres de los 18 departamentos de Honduras.
Las cabañas están pintadas con un mural que muestra lo que más produce cada departamento del país.
Mendoza resaltó que el proyecto, que además contribuye a producir oxígeno, también ha sido visitado por turistas de Alemania, Colombia, El Salvador, Estados Unidos, Francia y México, entre otros países.