Las autoridades de migración de Panamá informaron que hasta el 31 de julio unos 248.901 migrantes habían cruzado la jungla del Darién, en la frontera con Colombia, con rumbo a Norteamérica, lo que ya supera ligeramente las cifras históricas registradas el año pasado y pese a los esfuerzos de algunos países por desalentar ese peligroso flujo irregular.
El 21% de esos cruces lo hicieron niños y adolescentes, indicó el lunes a medios locales la subdirectora del Servicio Nacional de Migración, María Isabel Saravia, al referirse al inicio de un programa que busca otorgar permiso temporal de protección a extranjeros que llevan viviendo de forma irregular en Panamá en un periodo no menor de un año.
El ministro de Seguridad de Panamá, Juan Manuel Pino, ratificó a The Associated Press en un mensaje de WhatsApp que ya se habían rebasado las cifras del año pasado.
En 2022 se marcó un nuevo récord en el flujo irregular por el Darién al registrarse 240.284 tránsitos, más de la mitad de ellos de venezolanos, un patrón que se mantenía este año. Las autoridades panameñas y agencias Naciones Unidas han estimado que de seguir esta tendencia, el 2023 podría cerrar con el cruce de más de 400.000 personas.
En abril, Colombia, Panamá y Estados Unidos, tres socios en el tema de seguridad y países de tránsito y destino de los migrantes, anunciaron una campaña conjunta para enfrentar las redes de tráfico ilegal de personas que operan en la porosa frontera colombo-panameña y acabar con el flujo migratorio en 60 días.
Más de un mes y medio después, Panamá lanzó un operativo de seguridad por aire, tierra y mar en el Darién, pero el tránsito siguió imparable.