El desbordamiento del río Goascorán, a causa de los aguaceros que cayeron en las últimas horas, inundó de nuevo El Cubulero y mantiene incomunicada la Costa de los Amates.
Es un drama recurrente de unos seis mil pobladores de esas dos comunidades del municipio de Alianza, en el departamento Valle, en la frontera sur del país con El Salvador.
Hasta ahora, solo se reportan daños materiales mientras las autoridades y las fuerzas vivas siguen esperando las obras de mitigación que ha prometido el gobierno en un segundo intento, ya que la primera borda que construyó, a un costo de 33 millones de lempiras, fue destruida en las primeras crecidas del río en junio pasado. Tampoco funcionó el vado que se construyó en la zona por un valor de 21 millones, inaugurado en abril pasado por la Presidenta, Xiomara Castro.
Ese vado fue ideado con la intención de dar paso vial y peatonal hacia la Costa de los Amates, pero como las embravecidas aguas del Goascorán lo mantienen sumergido, desde junio no sirve para nada, por ahora.
Desde esa fecha, los pobladores no han vuelto a ver la plancha de cemento y es probable que a estas alturas haya sido socavada por la poderosa corriente y quede inservible para el verano.
DRAMA COTIDIANO
Mientras tanto, la gente sigue cruzando el cauce en lanchas a riesgo de perder la vida. “Estamos a la mano de Dios, esta vez el río llegó de sorpresa como a la 1:00 de la madrugada”, dijo Daniel Cárdenas, uno de los vecinos afectados en El Cubulero.
Como suele suceder siempre, junto al drama de los damnificados, la actividad económica en general se encuentra paralizada en esas comunidades, especialmente los cultivos, la ganadería, la pesca y el comercio en general.
A la par, los pobladores están expuestos al desabastecimiento de comida y agua con el acecho de plagas, enfermedades y otros vectores propios de las inundaciones