El intenso frío que azota la región en esta época del año, con temperaturas bajo cero, reduce las posibilidades de seguir encontrando a personas atrapadas bajo los escombros, ya que muchos corren el riesgo de perecer por hipotermia.
En la ciudad turca de Gaziantep, golpeada por el terremoto, las temperaturas cayeron el jueves a -5 ºC en la mañana. A pesar del frío, miles de familias, que perdieron su vivienda, no pueden volver a ella o temerosas de nuevas réplicas, viven en vehículos o tiendas improvisadas.
“Cuando nos sentamos, duele. Me da miedo por la gente atrapada bajo los escombros”, dijo Melek Halici, con su hija de dos años en brazos, que observa a los equipos de rescate trabajar durante la noche.
“Terminaremos yendo a la tienda, pero no quiero”, añade la mujer. “No soporto el frío, pero lo soporto más que la idea de volver a nuestro apartamento”, explica.
Las autoridades de la ciudad prohibieron a miles de habitantes volver a sus casas, juzgadas todavía demasiado peligrosas por las réplicas que sacuden a diario la región.
“No podemos volver a casa”
Alrededor de la familia Halici, el humo de decenas de hogueras colma el aire de la noche. Supermercados y otros comercios dan a las familias palos de madera para quemar.
Entre los supervivientes, algunos encontraron refugio en casas de vecinos o familiares. Otros dejaron la región. Pero muchos no tienen ningún sitio adonde ir.
“Nuestros niños están congelados”
Cerca de un castillo del siglo VI, muy dañado por el sismo, unas familias desamparadas aseguran que las autoridades no hicieron nada por ellas. Se construyeron refugios improvisados con lonas y maderas lanzadas por otros. “Al menos podrían habernos dado tiendas”, dice Ahmet Huseyin.
“Nuestros niños están congelados”, añade este padre de cinco niños, de 40 años. “Tuvimos que quemar los bancos del parque e incluso algunas prendas de los niños. No había nada más”, asegura..