Después de 30 años de lucha contra la caza furtiva, el defensor sudafricano de rinocerontes, John Hume, tiró la toalla y subastará esta semana la mayor granja del mundo de esta especie en peligro de extinción.
«Solo me quedan 2.000 rinocerontes y 8.000 hectáreas de tierra», declaró este granjero blanco de 81 años, con gafas y camisa a cuadros.
Sudáfrica alberga a casi 80% de la población mundial de rinocerontes, pero el país se ha convertido en un coto de caza furtiva, alimentada por la demanda en Asia donde los cuernos se utilizan en la medicina tradicional por sus supuestos efectos terapéuticos y afrodisíacos.
El año pasado se mataron casi 450 rinocerontes. El gobierno afirma que esa cifra fue solo ligeramente inferior a la del año anterior, pese a las drásticas medidas contra la caza furtiva en parques nacionales, como el de Kruger.
Los ladrones de cuernos, cuyo precio en el mercado negro compite con el oro, cotizándose a hasta 60.000 dólares por kilo, adaptaron su estrategia y ahora atacan los parques privados, más vulnerables.
Hume calcula que a lo largo de los años ha gastado 150 millones de dólares en su ambicioso proyecto de salvar a estos grandes mamíferos terrestres, de los que se enamoró casi por accidente cuando se jubiló y con el sueño de dirigir una granja, compró su primer ejemplar.
«Del punto de vista de los rinocerontes, definitivamente valió la pena», expresó. «Hay muchos más rinocerontes en la Tierra que antes de lanzar el proyecto».
«Gasté los ahorros de toda mi vida para salvar esta población durante 30 años y finalmente me quedé sin dinero», admitió este ex empresario que hizo su fortuna en el sector del turismo.