La Semana del Clima, que se celebra cada año en Nueva York, está en marcha y reúne a activistas, políticos y líderes empresariales en cientos de eventos destinados a abordar la crisis del planeta.
Pero las intensas luces que dan a la «ciudad que nunca duerme» su icónico brillo ha sido durante mucho tiempo una fuente de frustración para los activistas, algo que contradice el espíritu de conservación que representa la cumbre anual, que se lleva a cabo al margen de la Asamblea General de la ONU.
«Nos queda un largo camino por recorrer hasta que una ciudad brillantemente iluminada sea vista como lo que es, un atroz desperdicio de energía y algo que está teniendo un impacto directo en el mundo natural», dijo a la AFP Ruskin Hartley, director del Centro Internacional Dark-Sky Association (IDA).
Según cifras del Departamento de Energía estadounidense, la iluminación exterior en Estados Unidos consume anualmente suficiente energía para alimentar 35 millones de hogares. En un momento dado, solo el 1% de la luz artificial llega a los ojos humanos, afirma la dependencia.
Las estimaciones de energía de toda la ciudad son difíciles de conseguir, pero las imágenes satelitales dejan claro que Nueva York se encuentra entre los peores infractores de Estados Unidos, que como país derrocha mucho más que Europa, según los estudios.
Según Hartley, la reducción de la contaminación lumínica debería formar parte de los debates de la Semana del Clima de Nueva York, que celebra su 15ª edición, y en la que se tratarán temas como la financiación de la lucha contra el cambio climático, la reducción de la huella de carbono de los sistemas alimentarios o el papel del arte en el activismo.
«La gente busca formas de marcar una diferencia significativa en el corto plazo, dada la magnitud de la crisis a la que nos enfrentamos. Y una de las cosas más sencillas que podemos hacer es mirar a nuestro alrededor y averiguar dónde podemos reducir los desperdicios del sistema», argumentó.
A escala mundial, el IDA estima que la iluminación exterior que se escapa al espacio es responsable del 1% de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero.