“A la selva sólo se entra con permiso»: la búsqueda comunitaria de los niños perdidos en Colombia

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Colombia, la búsqueda de los niños desaparecidos en un accidente de avión hace semanas ha unido en el terreno a las Fuerzas Armadas y representantes indígenas.

Casi un centenar de personas de las comunidades de la Amazonía del país se sumaron a los operativos que buscan dar con el paradero de los menores.

Funden la sabiduría indígena y la inteligencia militar con la esperanza de darle al país la noticia que llevan esperando durante semanas.

Jarvy Gómez se pregunta cómo podrían sobrevivir los niños, si él, con 20 años y en buen estado físico, está agotado después de una semana. Se responde: los mayores de la comunidad sienten los latidos.

Fue parte del grupo que encontró la avioneta. Su compañero pensó que era una casa, él sabía que era la aeronave. Dentro iba su tío, Herman Mendoza, líder social de la Organización de Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (OPIAC). Uno de los tres adultos fallecidos en el siniestro.

Con dolor, volvió con sus siete compañeros a la base militar, donde los recibieron como héroes por el hallazgo. Eso fue el lunes 15 de mayo. Dos semanas después del accidente.

Ahora, tras días de intensa búsqueda de los cuatro niños presuntamente supervivientes y desaparecidos desde el accidente, va a volver a Araracuara, en las profundidades de la selva amazónica de Colombia.

Jarvy es de la misma comunidad que la de los accidentados, donde es, en sus palabras, “seguidor”. Tras un proceso histórico de asimilación, tratan de recuperar sus raíces: lengua, conocimientos medicinales y relación espiritual. Por eso, “a la selva solo se entra con permiso”.

Pedro Sánchez es el comandante de las Fuerzas Especiales. Su lema es: buscarlos hasta encontrarlos. Desde la pista de aterrizaje de San José del Guaviare, centro de operaciones militar para el rescate, recibe a 25 guardias indígenas de los departamentos amazónicos de Caquetá y Putumayo. “Yo también tengo sangre indígena”, les dice en el primer contacto y reconoce el trabajo comunitario y de defensa del territorio que llevan a cabo en sus lugares de origen.

“No estamos buscando una aguja en un pajar, sino una pulga en una alfombra”, les explica en una sala de reuniones, donde muestra a los nuevos buscadores mapas, datos y rastros de la conocida como ‘Operación Esperanza’.

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