EN LA RUTA DEL INFIERNO “MORIRÉ EN EL DESIERTO O LLEGARÉ A EUROPA»

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Una nueva crisis migratoria se vive en el continente africano. Entre enero y marzo de este año, 4.677 migrantes expulsados por Argelia terminaron en la ciudad de Assamakka, el primer pueblo al otro lado de la frontera con Níger, en la región del Sahel, al sur del desierto del Sahara.

Allí se encuentran abandonados a su suerte, privados de refugio, atención sanitaria y protección. Una situación sin precedentes, según la organización Médicos Sin Fronteras.

La gran mayoría son niños y adolescentes traficados por mafias. Muchos mueren en la travesía sin que nadie lo registre. En Libia los supervivientes son secuestrados por milicias que tratan de extorsionar a sus familias por medio de la violación y la tortura.

Un traficante, al que llamaremos Amadou, nos cuenta cómo el negocio continúa, aunque de manera más discreta: «Sacan a los inmigrantes en moto desde Agadez disfrazados de tuareg para no llamar la atención de la policía. Los vehículos esperan en las afueras. A partir de ahí, se eligen rutas más largas, más peligrosas y menos vigiladas. El problema es que hay desalmados que están abandonando a los inmigrantes en el desierto, cuando creen que pueden ser detenidos, y los inmigrantes mueren de hambre y sed. La mayoría sólo son niños», asegura.

El 80% de los traficados parecen menores. Y el 42% de esos menores, según datos de Unicef, son niños de menos de 12 años.

En 2019 se encontraron con el caso más extremo. De los casi 400 niños que Unicef atendió como menores no acompañados, se encontraron con uno de dos años que fue abandonado por su madre en una redada y se limitaba a caminar con el resto de la caravana de inmigrantes sin entender nada. La organización localizó a su familia y volvió con ella.

El desierto se atraviesa en cuatro o cinco días en un todoterreno y dos o tres días más en camión, sin agua y sin comida, pero mucho menos que hace décadas, cuando se hacía en camello y se tardaba unas tres semanas. El paisaje es cambiante, como las dunas. Las tormentas de arena entierran a los muertos.

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