La ola de violencia en México abre una brecha entre la Iglesia católica y el Gobierno

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La Iglesia católica no quiere soltar el altavoz. Desde hace dos semanas, cuando un líder local del narco asesinó a dos jesuitas en la sierra Tarahumara, las autoridades eclesiásticas no han cesado de pedir un cambio en una política de seguridad que consideran fallida.

 

 

Unas decenas de feligreses y religiosos han marchado este martes por el Paseo de la Reforma en Ciudad de México para reclamar un alto a la violencia.

 

 

Los púlpitos se rebelan contra la política de seguridad del Gobierno mexicano. Líderes religiosos ha solicitado, con palabras duras, un cambio en la estrategia de las autoridades para enfrentar la ola de violencia.

 

 

Durante el fin de semana, el obispo de Cuernavaca se pronunció con más contundencia contra los “abrazos, no balazos”, frase que pronunció el mandatario al inicio de su sexenio y que se ha convertido en el símbolo de la política de seguridad del gobierno.

 

 

“Nunca será lícito ni legal que la autoridad civil renuncie a su responsabilidad por la seguridad y la paz social. Para ello, tienen el poder y el uso legítimo de la fuerza; “Abrazos, no balazos”, es demagogia y hasta cierto punto complicidad, dice obispo durante “Marcha por la Paz” en Cuernavaca a la que asistieron cientos de personas.

 

 

Así mismo, en la Conferencia del Episcopado se ha convocado a una “Jornada de oración para la paz” como muestra de su indignación. Por lo que el cónclave de los obispos propone celebrar misas el próximo 10 de julio para honrar a los religiosos asesinados.

 

 

Así como también celebrar oraciones a lo largo de este mes “en lugares significativos que representen a todas las personas que han desaparecido o sufrido una muerte violenta”.

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