Los presidentes de las dos potencias globales en la actualidad se encontrarán en San Francisco este 15 de noviembre en el marco de la cumbre del Foro de Cooperación Asia Pacífico (APEC), la que será la primera visita de Xi Jinping a territorio estadounidense desde el 2017. Desde la Casa Blanca aseguran que el objetivo principal será normalizar las relaciones con Beijing, pero expertos aseguran que Taiwán podría ser el objeto de la discordia entre ambos.
«Hay miles de razones para mejorar las relaciones entre Estados Unidos y China, pero no hay ni una sola para empeorarlas», fueron palabras de Xi Jinping el pasado mes de octubre, mismas que podrían inspirar la línea diplomática que guiará el encuentro entre los líderes de las dos economías más importantes del planeta y que tienen un objetivo claro: reducir el riesgo en sus relaciones.
A pesar de los múltiples desencuentros públicos en los que ambos jefes de Estado se han enfrentado con anterioridad, parece que los ánimos son mucho más positivos en el camino a la cumbre del APEC. Antes de partir a San Francisco, Joe Biden fue enfático en la necesidad que tienen ambas naciones por «volver al curso normal» en sus relaciones, así como nutrir las vías de comunicación, tanto políticas como militares, entre Washington y Beijing.
«No intentamos desvincularnos de China, sino cambiar la relación para mejor (…) Poder levantar el teléfono y hablar entre nosotros si hay una crisis», expresó el inquilino de la Casa Blanca para la prensa local.
La relación entre ambos Gobiernos, que tensa a todo el mundo, no es de alianza cercana, sin embargo, ambas delegaciones entienden que su responsabilidad como superpotencias globales es poder coexistir para enfrentar los principales retos que acongojan al mundo, de los que ambos son protagonistas.
Desde la visita de Richard Nixon a Beijing en 1979, Washington ha respetado, a medias y con distancia, la política de ‘una sola China’ impuesta por el Partido Comunista Chino (PCC) en relación a Taiwán y su situación política. Sin embargo, con el brutal crecimiento económico y militar que China ha experimentado desde la década pasada, desde Estados Unidos han reafirmado su compromiso con la protección de Taipei, lo que compromete en demasía la relación bilateral con el gigante asiático.
Fue el mismo Joe Biden el que en mayo del 2022 sugirió que, de existir una embestida bélica de Beijing hacía Taipei, su gobierno estaría dispuesto a intervenir «militarmente» para defender al gobierno democrático de Taiwán. Las declaraciones del presidente, aunque después fueron apaciguadas por el equipo de la Casa Blanca, generaron disputas diplomáticas con China y pusieron en duda el respeto de Washington con la política de ‘una sola China’.
«A pesar de las afirmaciones de la Casa Blanca en sentido contrario, creo que esto representa un alejamiento de la política de «ambigüedad estratégica» sobre Taiwán que se viene aplicando desde hace tiempo», explicó para AP Meredyth Oyen, experta en las relaciones entre Estados Unidos y Taiwán en la Universidad de Maryland.
A pesar de lo anterior, ambos líderes encaran su próximo encuentro con las próximas elecciones taiwanesas, a disputarse en 2024, en la mira, con la representación china avisando a la estadounidense por abstenerse en cualquier intervención electoral que beneficie al partido independentista en Taipei, además de intentar apaciguar las amenazas militares de ambas partes.
Si bien Taiwán es el platillo principal, otros conflictos también rondarán la mesa de conversaciones. Con esfuerzos estadounidenses para que China sea más distante con Rusia en el conflicto dentro de Ucrania, aunado a intentos por convencer a Beijing de que se acerque a Irán para evitar que la violencia entre Israel y Hamás, con la población civil palestina de por medio, se derrame a otros países de la región.