Un bosque comestible en el este de Francia para salvar el planeta

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Hojas de caoba, flores de margarita y pan de especias con harina de bellota, entre otros manjares, se encuentran en el bosque comestible de Bresse, en el este de Francia, que ofrece todo lo que el ser humano necesita para alimentarse respetando al planeta.

«¿Qué se come aquí? Todo lo que te rodea», dice Fabrice Desjours mientras pasa la mano por un frondoso caos vegetal formado por marañas de lianas, plantas y arbustos, dominado por árboles de orígenes sorprendentes.

«Este cornejo japonés produce frutos asombrosos que se pueden comer», cuenta Desjours, señalando un árbol de magníficas flores blancas estrelladas. «Y sí, resiste temperaturas de hasta -20ºC». añade el fundador de Forêt Gourmande (FoGo, bosque goloso).

«Este es un bambú sasa. Se comen los brotes pequeños. Salteados quedan deliciosos… Esta es una caoba china con la que hacemos unos pestos estupendos», dice mientras muestra al visitante dubitativo las hojas de color verde óxido que dan la deliciosa impresión de estar mordiendo una cebolla con un ligero sabor a nuez.

Luego, señalando al suelo alfombrado de plantas, dice: «Eso es cizaña, una verdura estupenda. Y allí está la aralia, una verdura asiática, a los restauradores les encanta».

Más de mil especies son cultivadas en las 2,5 hectáreas de FoGo plantadas en la región de Bresse, en Borgoña, por iniciativa exclusiva de Desjours.

Con su sombrero de paja y manos de jardinero, este antiguo enfermero apasionado por las plantas «desde niño» disfrutaba encontrando en el bosque la «calma» que su trabajo le negaba.

Como trotamundos, descubrió en sus viajes que los agrobosques alimentan a la gente en Sumatra, Costa Rica y Comoras. «Los lugareños se adentraban en el bosque y volvían diez minutos después con cestas llenas de cosas deliciosas. Había comida en abundancia», recuerda.

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